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La mesa como escenario de la vida familiarEntrevista a Jean-Claude Kaufmann

Jean-Claude Kaufmann, sociólogo francés especialista en estudios de la vida cotidiana, publicó recientemente una singular investigación sobre el comportamiento de distintas familias en la mesa.

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Jean-Claude Kaufmann

Mediante la observación etnográfica y el trabajo fotográfico de Rita Scavlia, el libro Familles à table desentraña la dinámica de funcionamiento de siete distintas familias francesas durante la comida y los roles particulares que cada miembro asume a lo largo de la vida en este acto ceremonial.

En la siguiente entrevista el sociólogo francés Jean-Claude Kaufmann relata la transformación que este ritual humano experimenta cuando el ciclo de vida de los individuos evoluciona hasta llegar a la senectud. De comidas regidas por la informalidad durante la época de estudiante, cuando se tiene la impresión de revolucionar la gastronomía con cualquier platillo simple, pasando por el cuestionamiento hacia las marcas de productos, el contenido de grasa o azúcar, hasta la preparación de la mesa en espera de los nietos.

¿Es posible clasificar a las familias por género gracias al estudio de su comportamiento en la mesa?

Jean-Claude Kaufmann: Ese no era el objetivo de nuestro trabajo. En este libro las fotografías de Rita Scavlia reflejan a los personajes de diferentes familias compartiendo la misma mesa. Lejos de los modelos que se tiene por costumbre ver en sociología, éstos ilustran mi propósito, mi mirada de etnólogo sobre la cuestión. En cambio, el estudio transversal de los comportamientos revela detalles en la organización de la tribu, las relaciones entre los miembros, el modo de vida, etc.

¿Por qué todas las familias no adoptan el mismo comportamiento?

Jean-Claude Kaufmann: Las variaciones no tienen relación con el medio social, dependen ante todo del ciclo de vida. Adolescentes o jóvenes adultos como los colocataires, grupo de personas que comparten un mismo espacio habitacional.

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© Rita Scaglia / Armand Colin
Luego llega el tiempo de la familia numerosa, y es cuando la comida llega a ser objeto de una increible organización

Camille, Juliana, Jules y Toussaint, todos estudiantes en ciencias humanas de 20 años de edad, cohabitan en un apartamento parisino. Cada uno come en horarios dispersos o, en conjunto, organizan comidas multiculturales de forma improvisada. “Para jóvenes como ellos, cocinar, incluso un plato sencillo, les da la impresión de revolucionar la gastronomía”, afirma en forma divertida Jean-Claude Kaufmann. Atraviesan un periodo de deconstrucción absoluta: han tenido ganas de librarse de las cadenas de sujeción impuestas durante su infancia, de horarios, menús impuestos y mesas arregladas. El resultado es que se alimentan como mejor les parece. En el momento cuando su estómago se retuerce de hambre, sentados sobre el sofá o el suelo, éstos remueven en el refrigerador los alimentos que ellos mismos compraron: sodas, quesos, etc.

Después viene el estadio de la joven pareja.

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© Rita Scaglia / Armand Colin

Mathilde, 27 años, y Stéphane, 28 años, no tienen mucho tiempo para comer en la semana. En cambio, los fines de semana se complacen degustando una comida en pareja. Jean Claude Kaufmann recalca el carácter sensual que puede tomar una cita en la mesa en ese momento de la vida de una pareja que se instala y con ello las ganas de preparar comidas agradables que permitan añadir un toque picante a lo cotidiano, de encontrarse en una relación amorosa, en una proximidad y bondad con el otro.

Luego llega el tiempo de la familia numerosa

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© Rita Scaglia / Armand Colin

Marie de 33 años, Grégoire de 36 años y sus 5 hijos (Louise, 11 años, Matin, 10 años, Théophile, 8 años, Eloi, 5 años et Félicien, 4 años) habitan en el Sur de Francia. Consideran la comida como instantes de intercambio e intimidad privilegiada. Para el sociólogo, “Los niños son quienes propician la acción en la mesa. Se les espera, se les escucha, se les habla durante las comidas”. Y es cuando la comida llega a ser objeto de una increíble organización. Toda la vida familiar se representa: conflictos sobre los resultados escolares en la sobremesa, negociaciones acerca de las reglas de la vida con los adolescentes, pasando por los ataques de risa entre los hermanos y las hermanas y los gestos tensos que acompañan el barullo en la cocina a la hora de la comida.

Por último, la partida de los niños, la jubilación y más generalmente la vejez, impulsa a los sénior.

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© Rita Scaglia / Armand Colin

Marthes e Yves tienen 9 nietos y confiesan sacar el mantel cuando los nietos vienen a comer. El resto del tiempo comen de prisa, se saltan las comidas y ven la televisión cenando. Jean-Claude Kaufmann evoca este cambio de costumbre y este miedo al vacío cuando la pareja se reúne de nuevo en la mesa y sus miradas se vuelven a encontrar, a recobrar un equilibrio alrededor de su mesa. El silencio que ronda algunas veces y la razón que domina en la composición de los platos hacen de la comida un ceremonial tenso.

¿La evolución del papel del hombre en el hogar es manifiesto alrededor de la mesa?

Los hombres cocinan en el 10% de los casos. Es la tarea doméstica que más asumen en el hogar

Jean-Claude Kaufmann: Los hombres cocinan en el 10% de los casos. Es la tarea doméstica que más asumen en el hogar. Y una buena parte de esta práctica está dedicada exclusivamente a la cocina por placer que nada tiene que ver con el hecho de preparar cotidianamente la comida. Esta nueva tendencia se traduce por el asedio del hombre al espacio de la cocina, lo que puede exasperar a las mujeres. Sobretodo porque en la mayor parte de los casos ellas reúnen los ingredientes para que sus cónyuges preparen una receta, aunado a que éstos no se preocupan por el desorden engendrado y los platos a lavar. Esta clase de sucuencia emotiva desemboca en una pequeña obra maestra para sí mismo produciendo placer para los otros. Entonces, al instante de la cena, los amigos aclaman al director de orquesta y a sus cuchillos ayudantes.

¿Qué constató en relación a las compras alimenticias?

Jean-Claude Kaufmann: Desde que toda la familia mete la nariz en los asuntos de la cocina, en otro tiempo reservados a una sola cocinera, las compras se convierten en una tarea extremadamente compleja, muy pesada de realizar. Quien regrese del supermercado y ordene los productos se expone a una multitud de reacciones de parte de quienes la cuestión no interesaba a priori en absoluto. Comentarios acerca de las marcas de los productos, la proporción de grasa o azúcar, su precio, su cantidad, cada uno se alegra o se ofende ante la exposición en la cocina y el o la responsable del abasto se apresura en ordenar rápidamente las compras. La faena resulta sobretodo mental. ¿Qué productos elegir? ¿Cómo preparar menús que gusten a todo mundo, que varíen, que respeten los consejos nutricionales? Eso puede llegar a ser una preocupación cuasi obsesiva.

¿Qué revela esos comportamientos para la mayoría de las familias?

Jean-Claude Kaufmann: La paradoja de las familias en la actualidad reside en un doble movimiento de individualización, en el sentido de autonomía de cada miembro y la ilusión de armonía del grupo, de la tribu unida, de un sueño de comunión. Alrededor de la mesa se reconoce ese fenómeno. De un lado están los que llegan tarde, que faltan a la entrada y se abalanzan al momento del postre: cada uno elige su pequeña lata en el refrigerador, verdadero utensilio de individualización, y ocupan el lugar que desean en el hogar, con o sin la compañía de otros miembros de la familia. Y del otro lado está el plato principal, donde cada uno se sienta en su lugar y encuentra su rol en la familia, tanto en el sentido literal como figurado, para compartir un momento, sensaciones, o las comidas de fiesta federadas alrededor de una decoración de mesa particular y/o un menú sofisticado. De hecho, las comidas institucionalizadas son menos frecuentes debido al trajín de vida de cada uno. Pero éstas llegan a ser importantes y sagradas a los ojos de todos.

Para citar esta traducción
Christian Hdez-Pérez, La mesa como escenario de la vida familiar, en “Sociología Contemporánea”, 24 de enero de 2008. Del original Les familles à table, “Le journal des femmes”, 3 octobre 2007.

  1. CH dice:

    Como bien apuntas Adrián lo de Norbert Elias se refiere a ese trazo entre la vertiente macrosocial histórica y su incorporación en las mentalidades individuales. Precisamente el subtítulo de la obra donde expone su teoría del proceso de civilizatorio se denomina Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas.
    Por lo que respecta a la micrología me parece muy interesante su aplicación metodológica sobre todo porque muchas veces resulta difícil encontrar vetas de estudio distintas de las dicotomias micro-macro.

  2. Naxos dice:

    Pues se oye muy interesante lo de Norbert Elías. Lo del proceso civilizatorio suena a una macromirada histórica desde una instancia cuasi micro. El punto mi buen Christian, es que si por ejemplo, una episteme o bloque historico, o también por supuesto un campo social, son implicaciones de lo macrosocial, y si, por otro lado, la escena de interacción o la definición de una situación concreta ya apuntan a un asunto de lo microsocial (aunque dependen aún de un marco de referencia algo ampliado), el estudio un tanto más recortado que seguiría sería una micrología de las instancias o de los encuentros, apuntando a las presencias y a los cuerpos. El recorte no seria ya de la representación o del espacio social, ni del marco de referencia o de la puesta en escena, sino del emplazamiento o “fiat” de los cuerpos en presencia y sus subjetividades. A todas luces: Tarde.
    😛

  3. CH dice:

    Qué tal @Naxos. Muchas gracias por el comentario. Suena interesante la veta teórica que pretender explorar, verdaderamente que es muy fina. Y más aún porque el acto ceremonial de la comida es una actividad tan “natural”, cotidiana, biológica, que demasidas instancias discursivas como las que mencionas permanecen en el inconsciente.
    Sabes, cuando esta temática sale a luz siempre tiendo a recordar los escritos clásicos de Norbert Elias sobre el proceso civilizatorio referentes a las maneras y comportamiento sobre la mesa.
    Saludos

  4. Naxos dice:

    Christian, no sabes qué interesante me resultó el articulito que has posteado y debo felicitarte por la traducción y el afán de producir contenidos en la web. A mi me ha llamado la atención este tipo de enfoques pero desde una perspectiva mucho más discursiva tirando a toda la onda micrológica que sabes pretendo clarear. Me gusta plantear ese asunto usando el ejemplo también de la comilona familiar y por ejemplo, las distintas magnitudes discusivas que depende de laocasión por supuesto, pero en registro más fino también de las presencias y de su peso específico. No es lo mismo una comilona de cada año que la comilona de cada año con la presencia de algún familiar lejano. Ahí le da un matiz discursivo que condiciona tdo el curso de la comilona y de la sensibilización de la situación en sí. Pero desde esa perspectiva la cosa interaccional y situacional permite ver cosas aún más microfinas, por ejemplo, servirle primero y a antes que a nadie al abuelo. Sino servirle, preguntárle si se le sirve, etcétera. Y así hasta quien se sirve hasta el último. Es una escalada de presencias que dterminan la importancia de la situación -y de todas las cosas de las que habla Kaufmann- pero por magnitudes discursivas. Esas magnitudes ecualizarían las diferencias específicas y las intensidades singulares de cada presencia, y de ello habría una lectura de lo que va surgiendo también expresivamente. En fin, es fascinante, mi idea es pensar la teoría de las magnitudes discursivas bajo un concepto que pretendo acuñar de acá pal real y que denomino “magnitudo”. Bueno, lo d Kaufmman esta muy interesante de verdad, considero que es prmordial el aspecto etnográfico del asunto, sin embargo, dado lo que te platico, sería una lástima no aventurarse a estudiar y repensar todo lo demás
    muchos saludos

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