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Discurso de Bernard Lahire al recibir la Medalla de plata del CNRS

El sociólogo francés Bernard Lahire fue galardonado con la Medalla de plata del Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS por sus siglas en francés). Este premio lo entrega el Estado francés a los investigadores que destacan por la originalidad, calidad e importancia de sus resultados de investigación.

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A continuación presentamos la versión traducida al español del discurso integral expuesto por el propio Bernard Lahire durante la ceremonia de premiación.

Discurso pronunciado durante la ceremonia de premiación, 18 de septiembre de 2012

“En el cuerpo del edificio de la ciencia solamente podemos amar lo que se destruye, podemos continuar en el pasado negándolo, podemos venerar al maestro contradiciéndolo”

Gaston Bachelard, La formación del espíritu científico

Recibir un distintivo de reconocimiento del tipo con el que hoy se me distingue nada de evidente tiene para mí. De origen popular, no normalista, no agregado, no habiendo incluso conocido las clases preparatorias, pero siendo un producto puro de la universidad de masas, a pesar de todo he sido lo que se llama un early starter: profesor de universidades a los 31 años, miembro júnior de la IUF (Institut universitaire de France, Instituto Universitario de Francia) a los 32 años, profesor de la Escuela Normal Superior de Lyon a los 37 años, hoy tengo la impresión que el milagro social continúa.

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Bernard Lahire. ©Musée des Confluences. Foto: Patrick Ageneau

Mi trayectoria científica ha sido la de un sociólogo de la educación y de la cultura atento a las grandes apuestas de las ciencias humanas y sociales. Comencé a trabajar sobre el fracaso escolar en la escuela primaria, tema de mi tesis sostenida en 1990. Luego dirigí sucesivamente trabajos sobre los usos sociales de lo escrito, sobre los éxitos escolares improbables en el medio popular, acerca de las formas de estudiar en el seno de diferentes sectores de la enseñanza superior francesa, acerca del aumento (de finales de los 70s a finales de los 90s) de los discursos públicos sobre el “analfabetismo”, sobre las prácticas culturales de los franceses y, más recientemente, sobre la condición social de los escritores y los procesos de creación literaria, fijando una atención más particular en el universo de Franz Kafka quien penetra los misterios de la dominación y devela la magia, blanca y negra, de sus efectos.

Regularmente también publiqué sobre cuestiones de orden epistemológico, teoría y metodología en obras personales y colectivas que formulaban preguntas tales como “¿qué teoría de la acción y del actor se debe elaborar para dar cuenta de las prácticas en el seno de un mundo social altamente diferenciado?”; “¿cómo las ciencias sociales pueden pensar los fenómenos de la cognición?”; “¿qué caracteriza la epistemología de las ciencias sociales?” o aún más “¿para qué sirve la sociología?”. Esos trabajos empíricos y reflexiones convergen en la formulación de una teoría de la acción disposicionalista y contextualista, sensible a la escala individual del mundo social, que contribuye a transformar la teoría del habitus y del campo desarrollada por Pierre Bourdieu. También he formulado, esto tiene mucha importancia para mí, propuestas de la enseñanza de las ciencias sociales del mundo social desde la escuela primaria.

Heredero heterotodoxo de la sociología encarnada por Pierre Bourdieu, me he ganado la ira de los epígonos guardianes del templo, que no soportan mucho la crítica científicaAunque disfrute de reconocimiento con esta medalla, mi trabajo, sin embargo, ha sido con frecuencia el blanco de ataques cruzados en el universo francés de la sociología. Heredero heterotodoxo de la sociología encarnada por Pierre Bourdieu, me he ganado la ira de los epígonos guardianes del templo, que no soportan mucho la crítica científica, y la de los detractores de esta sociología que siempre han visto hasta qué punto mi forma de hacer sociología se inscribe, por el otro lado de las inflexiones y las críticas, en una tradición en la que por todos los medios se esfuerzan en minimizar.

En cambio, mi trabajo ha sido acogido con benevolencia e interesado, en Francia, a investigadores que, por razones ligadas a sus trayectorias sociales y científicas o a sus posiciones institucionales, atribuían la prioridad a la resolución de problemas científicos y a la comprensión de lo real en relación con cuestiones de “pertenencia” o de “identidad”, científica. Una parte de esos colegas provenían además de disciplinas conexas: historia, antropología, ciencias políticas, filosofía, ciencias de la educación, psicología y didáctica. Pero sin duda en el extranjero conocí el interés científico más riguroso y prominente. Los trabajos sobre las cuestiones de la circulación internacional de las obras insisten con frecuencia sobre los fenómenos de malentendidos debidos a la transmisión del espacio científico de origen a los nuevos espacios científicos de recepción. Pero se podría mostrar que algunas obras pueden estar mal comprendidas al interior del espacio nacional incluso donde ellas mismas han sido producidas (por causa de deformación o de filtración por individuos o de escuelas que, en una lógica de competencia o de lucha, tienen interés en retorcer, simplificar o caricaturizar); y se podría evidenciar, inversamente, que esas mismas obras están a veces mejor comprendidas y aceptadas en otros espacios científicos nacionales.

“Impon tu suerte, acosa tu felicidad y arriésgate, a mirarte ellos se acostumbrarán”, René Char, Rougeur des matinaux

Es necesario privilegiar la pasión y el trabajo, el ascetismo alegre y la inclinación por el rigor, la curiosidad y la perseverancia, el amor por el descubrimiento y el sentido de la imaginación…Cuando se tienen algunas sólidas razones para pensar que se toca problemas científicos cruciales, nunca debe dejarse disuadir por todos aquellos que —en el seno del mismo universo científico— incitan objetivamente a frenar el progreso de la reflexión y el conocimiento aunque están convencidos de trabajar en el desarrollo científico. Es necesario privilegiar la pasión y el trabajo, el ascetismo alegre y la inclinación por el rigor, la curiosidad y la perseverancia, el amor por el descubrimiento y el sentido de la imaginación, perseguir su voz y dejar decir a los comentaristas sordos no esperando lógicamente ninguna especie de reconocimiento de la parte de los que, conservadores o partidarios de una antigua vanguardia consagrada, tienen interés en el mantenimiento del estado de orden científico vigente. Es por esta razón que esta medalla me ha sorprendido, pues ella viene a contrariar un poco mis “expectativas”, que consisten justamente en no tener ninguna de este tipo. La satisfacción ligada a la realización esmerada de trabajos científicos, por el deleite de investigar e interpretar poco a poco las huellas de una realidad desconocida, por el placer de descubrir y comprender procesos o estructuras invisibles u obscuras: ahí están las razones suficientes de alegrarse en lo que se hace.

(…) la institución acaba (¿acaso sin saberlo?) de recompensar a un francotirador o un herejeTrabajando sin reserva desde más de veinte años y vivendo la sociología como una feliz misión, la medalla tiene todo un sentido particular para mí. No quisiera poner en un aprieto a los que han juzgado bien al atribuirme esta distinción, pero la institución acaba (¿acaso sin saberlo?) de recompensar a un francotirador o un hereje, depende de si se prefiere interpretar la metáfora militar o religiosa: un investigador que no ha publicado ningún artículo en las dos revistas francesas de sociología más académicas (la Revista francesa de sociología y Actas de la investigación en ciencias sociales, que nunca ha registrado ningún proyecto de investigación en la ANR (L’Agence nationale de la recherche, Agencia Nacional de la Investigación) y que, por una mezcla de convicción, de sentido del honor y de espíritu combativo, nunca ha sabido ni podido detener su pluma crítica en el conjunto de sus publicaciones. Así pues esta medalla significa, para mí y para todos los que siguen con interés mis trabajos, que el trabajo y la independencia de espíritu terminan a veces (mi realismo me impide decir “siempre”) por compensar. Y espero que eso tendrá también efectos liberadores en los jóvenes investigadores que quizás podrán decirse que es posible dejarse guiar por sus convicciones, hacer el menor compromiso posible, ser científicamente intransigente y ser de todas maneras reconocido por la institución.

Para cerrar mi exposición, quiero decir que la aventura de las ciencias sociales no hace sino comenzar y quisiera que se pueda por mucho tiempo continuar escribiendo lo que Célestin Bouglé escribía en 1935: “hoy nadie puede determinar en qué terrenos se extenderá o no se extenderá la ambición explicativa de la sociología”. (Célestin Bouglé, Bilan de la sociologie française contemporaine)

Para citar esta traducción

Christian Hdez-Pérez, Bernard Lahire recibe la Medalla de plata del CNRS, en “Sociología Contemporánea”, 20 de septiembre de 2012. Traducción del original Bernard Lahire, médaille d’argent du CNRS, “Regards”, 19 septembre 2012.

—Fuente: Revista Regards | Médailles d’argent du CNRS

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